Reedito este post para agradecer a la Hermandad de la Hiniesta los momentos vividos el pasado sábado . No fue lo mismo , el pasado no vuelve , pero a muchos de los que estuvimos allí nos hizo regresar a nuestra infancia.
Hay que tener por lo menos la edad de una para haber conocido una estampa que dudo mucho se volverá a repetir en semana santa : la vuelta de la hermandad de la Hiniesta por la calle Padre Manjón . Para los que no la conocen es la calle lateral de la Iglesia de Santa Marina , no la del Huerto Chico , la otra , donde hoy está la casa-hermandad de la Resurrección y que de toda la vida se ha conocido como la “casa del Cura” , sí un cura que había de San Julián con asistenta e hija que terminó reconociendo como propia en su testamento.-
Enfrente de la casa del cura estaba la de mi abuela Juana . Juanita para los vecinos , era una simpatía de mujer para las personas de la calle y un limón agrio para las de su casa . Su fachada disponía de un lugar privilegiado en la calle : su parte era la de más anchura de acera y lo que , en principio podría ser una desventaja por la cosa de que por aquel entonces cada una barría su trozo de calle y que los niños del barrio se iban allí al jugar a la pelota , para Juanita tenía la ventaja de ser el lugar donde se organizaban las tertulias de vecinas , “reunión de cacatúas” que le llamábamos cariñosamente las nietas.-
Principalmente era en verano , al caer la tarde , cuando empezaba a refrescar . Mi abuela barría su gran trozo de acera y baldeaba con un cubo el ensolado . Cuando todavía estaba mojado iba a por una silla y se sentaba en la puerta . No tardaban en venir la Amparito , la Mari , la Carmencita , la Pepita y los nietos respectivos , cada una con la silla del comedor de su casa , esas que fueron adquiridas en comodísimos plazos al ditero del barrio que por aquella época era ineludible visita mensual en cualquier hogar sevillano , y la plantaban junto a la de mi abuela y así todas a tomar el fresco.-
Los niños a jugar , pero lejos de los mayores que están charlando , y si alguno se cansa pues al poyete que para eso estaba en alto , pero que ni se les ocurriera meterse en la conversación porque eso precedía a un buen soplamocos por parte de la abuela respectiva . De lo que hablaban , de sus cosas : las goteras de la casa , la familia , que había que ver que el paquete de café costaba ya doce pesetas que a este ritmo vamos a tener que tomar achicoria …., incluso más de una vez la conversación caminaba por derroteros de intimidades de alcoba lo que siempre iba acompañado de algún mandato a las niñas para que fueran a algún sitio a traer cualquier banalidad.-
Este ritual de verano se reproducía de forma excepcional el Domingo de Ramos . Esa noche , bastante tarde por cierto , la hermandad del barrio pasaba por la calle. Un revuelo de abuelas , hijas , nietos ….y Moyano , el de la casa del rincón , que tenía amigos saeteros que se traía a su balcón y su foco que todavía me pregunto de dónde lo sacaba pero que potencia tenía para iluminar entera la Avenida José Antonio él solo.-
Las abuelas con la toquillas de lana que hacía fresco y sentadas en sus sillas a ver pasar nazarenos e insignias mientras no paraban de hablar sus cosas , los nietos incordiando a los nazarenos que a esa hora sólo querían apoyarse en los coches o sentarse en las aceras o tirarse sobre sus cirios y no dar explicaciones de porqué no tenían ya caramelos , Moyano con sus risas y sus copitas de manzanilla …..y esa espera hasta que alguien decía que el Cristo ya estaba en Santa Marina.-
Entonces nos acercábamos todos a la estrechez y se nos encogía el corazón viendo como el capataz se las tenía que apañar para que el Cristo sólo rozara con una mano la farola de la Iglesia y con otra el balcón de la casa de la Chinche , todo a oscuras , sin música , la calle completamente en silencio , la Buena Muerte bendiciendo su barrio…….hasta que llegaba a la anchura , entonces rompía la banda de música , los costaleros avanzaban y se encendía el dichoso foco de Moyano y hacer puñetas el encanto del momento . La gente protestando porque aquello deslumbraba que era un gusto , el saetero cantándole al Cristo desde la espalda , la banda que se niega a parar , el Cristo que no se para que iba muy tarde , la abuelas que ay Señor dadnos salud , los niños imitando los gestos de tocar un tambor , las madres que paréis al Cristo y así hasta la esquina de Duque Cornejo , que hasta allí llegaba la potencia del foco , revirá obligada y otra vez a las sillas a esperar a la Virgen con la que se repetía el mismo ritual.-
Hacía ya muchos años que la Hiniesta no pasa de vuelta por la calle Padre Manjón . Hace años que murieron las abuelas y Moyano , pero las casas siguen estando , ahora son propiedad de los hijos y de los nietos y las nietas de Juanita nos juntamos todos los Domingos de Ramos para almorzar en la que fue su casa en homenaje a la Hermandad del barrio que fue . No obstante y no hace mucho , un año en que la Hermandad se vio obligada a ir de ida por la Calle San Luis , las nietas de Juanita cogieron todas las silla que encontraron en la casa de Ésta , sus maridos y sus hijas e hicieron un corrillo en la fachada de Santa Marina y desde allí , por primera y última vez y en recuerdo de las Cacatúas , vieron sentadas el transcurrir de los nazarenos de la Hiniesta .-